Pero este año era diferente. Debido a la pandemia, viajar se había vuelto más complicado y descartamos como opción movernos en avión. Aunque todo eso no tendría mucho peso para nuestro viaje, ya que solo ambos solo queríamos una cosa: buscar libertad y retomar el contacto con la naturaleza, una experiencia que tanto habíamos echado de menos durante mucho tiempo. Queríamos escapar, alejarnos de las ciudades abarrotadas, de los hoteles con restricciones, de los restaurantes con plazas limitadas... y de todo el caos que habíamos vivido el último año.
Así que dijimos:
Para alguien obsesionado con los itinerarios como yo, era algo utópico. Siempre me había organizado todo al milímetro para no perder ni un minuto de tiempo, y ahora me iba sin saber qué hacer ni a dónde ir y, por si fuera poco, por primera vez en una cámper. Pero superar los límites es algo que cualquier persona exploradora persigue, ¡así que estábamos preparados para este reto!
Así comenzó la búsqueda del vehículo adecuado. Optamos por una cámper Twin 640 SLX de Adria con un sorprendente color exterior naranja que nos enamoró por completo. Al ser nuestra primera vez en una cámper, elegimos un vehículo manejable que pudiera satisfacer nuestra necesidad de libertad sin renunciar al tamaño. El modelo que elegimos cuenta con amplios espacios interiores, mucho espacio de almacenamiento y un baño muy completo. El 6 de agosto recogimos nuestra increíble casa con ruedas en Eslovenia y enseguida emprendimos nuestro viaje por carretera. En 3 semanas recorrimos 10 000 km en total y pasamos por Italia, Eslovenia, Austria, Alemania, Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca.
Con Suecia hubo un flechazo; quedará para siempre como nuestra primera y verdadera inmersión en el mundo de la acampada libre. Las luces, los reflejos y el ambiente aquí son mágicos. Cada noche encontrábamos un hermoso lugar junto al mar o a un lago donde podíamos disfrutar de la puesta de sol, calentitos junto al brasero, respirando aire fresco y disfrutando de una perfecta sensación de armonía con el paisaje que nos rodeaba.
En cuanto uno se adentra en Laponia, los bosques son más frondosos y las carreteras menos concurridas. El tráfico de coches deja paso al de renos. Son animales muy curiosos y pacíficos, pero cuando cruzan la carretera pueden convertirse en un verdadero peligro. De hecho, ¡parece que las carreteras están hechas para ellos y no para los vehículos! Un consejo útil si está planeando un viaje allí: ¡conduzca con cuidado y tenga paciencia!
Recorrer Noruega de norte a sur nunca defrauda, pero la zona de Finnmark y los últimos 100 km hasta el Cabo Norte son puro espectáculo. La carretera bordea el mar y en cada curva hay vistas impresionantes, pasando de imponentes fiordos a costas casi desiertas. El silencio de este entorno casi irreal tan solo se ve roto por el sonido del viento, que a medida que se acerca al destino es cada vez mayor, al igual que la emoción de llegar a un lugar simbólico para cualquier aventurero: Nordkapp.
El archipiélago de Lofoten representa uno de los atractivos naturales más increíbles del planeta. Este puzle de islas es el Edén del Círculo Polar Ártico. Queríamos explorar a fondo cada una de las islas y por eso decidimos detenernos varios días. El paisaje era impresionante: enormes fiordos con paredes escarpadas que se asoman a los mares «caribeños». Quisimos darnos un chapuzón en esas aguas cristalinas pero las frías temperaturas nos hicieron cambiar de opinión.
Cruzamos fronteras invisibles al atravesar el Círculo Polar Ártico en Jokkmokk y llegamos al fin del mundo al alcanzar otro gran hito, el Cabo Norte. Pasamos noches bajo cero en Finnmark en la comodidad de nuestra cámper con calefacción. Escalamos montañas escarpadas en Flakstadøya, en las islas Lofoten. Pescamos bacalao y caballa en Averøy, en los fiordos noruegos. Comimos Kraftkar, el mejor queso del mundo, en una pequeña granja de Nordmøre. Soñamos con zambullirnos en el mar cristalino, y helado, de muchas playas escandinavas.
TODAS LAS NOCHES PARÁBAMOS Y APARCÁBAMOS DONDE QUERÍAMOS, Y ÉRAMOS TESTIGOS DE IMPRESIONANTES AMANECERES, PUESTAS DE SOL Y VISTAS QUE VALEN MILLONES.
UNA SENSACIÓN DE LIBERTAD Y UN SENTIMIENTO DE GRATITUD SIN PARANGÓN QUE SOLO LA ACAMPADA LIBRE PUEDE PROPORCIONAR. UNA ESCAPADA LARGA Y EXTRAORDINARIA QUE NOS DIO LA OPORTUNIDAD DE DESCUBRIR CÓMO ES VIAJAR DE FORMA PAUSADA Y SENCILLA. EL TIPO DE VIAJE EN EL QUE HAY QUE DEJARSE LLEVAR, CONFIAR EN EL CAMINO Y ABRIRSE A TODAS LAS COSAS BELLAS QUE LE OFRECERÁ.
¡SEGURO QUE SERÁ MUCHO MEJOR DE LO QUE HABÍA PLANEADO!
Apasionados de los viajes y la naturaleza, Elisabetta y Alessandro viven en Udine, en el noreste de Italia. Elisabetta Bin, de 30 años, trabaja como directora creativa en una agencia de comunicación y Alessandro Passon, de 32 años, es un joven empresario del sector del automóvil.
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